lunes, 15 de febrero de 2010

Luis Orlando Herrera Trujillo: "No soy politiquero"



Hoy se arrepiente de no haber terminado arquitectura en la Universidad Nacional y haberse retirado de la Universidad Piloto cuando cursaba el octavo semestre en Bogotá. Sin embargo, siente que aprovechó suficiente el tiempo para poner en práctica la carrera, en Cúcuta. Algo parecido le ocurrió cuando estaba a punto de coronar el bachillerato en el colegio Calasanz. Fue expulsado, pero logró graduarse en el Andrés Bello con la promoción del 70.

Luis Orlando Herrera Trujillo más conocido como Orlando Herrera, se dedicó a construir y en quince años cosechó fama que llamó la atención del entonces gobernador Jorge García Herreros, quien lo invitó a ser su asesor de medio tiempo. El reto fue grande y lo supo capotear. Restauró al viejo hospital San Juan de Dios y lo convirtió en lo que hoy es la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero en el tiempo justo y con el presupuesto asignado. En el 2000 entregó consumada la obra que lo ratificó como hombre probo. En la jornada de la tarde continuó en la actividad privada y pudo ampliar la Clínica Santa Ana.

Durante la administración de Manuel Guillermo Mora Jaramillo fue llamado a colaborar en Metrovivienda sin ninguna recomendación política. Su trabajo se había convertido en su hoja de presentación. Allí empezó a coordinar los proyectos de vivienda de interés social Torcoroma I y Torcoroma II, obras a las que puso mucho empeño.

En el 2004 siendo Ramiro Suárez Corzo, alcalde de Cúcuta, le puso una difícil tarea: gerenciar al Cúcuta Deportivo que pasaba sin pena y sin gloria. La transformación se fue dando hasta sacarlo del letargo y ponerlo de nuevo a vibrar el estadio General Santander.

Sin embargo, Suárez Corzo se lo devolvió a la comunidad convirtiéndolo en el receptor de la gente que madrugaba de los sectores más apartados en busca de una hoja de zinc para arreglar el techo. En esos ires y venires conminó a unos invasores a construir su propio barrio que bautizarían más tarde Juan Pablo II. La Alcaldía se encargó de la infraestructura y entregarles el material (cemento, bloque, hierro) y lo demás corrió por cuenta de las cien familias. Las 250 unidades de vivienda se levantaron y mejoraron, en el 2007, su calidad de vida.

Su rastro lo han seguido los concejales, alcaldes, gobernadores sin necesidad de empuñar ningún cartel que lo marque con algún color político. Paradojicamente ha trabajado con liberales y conservadores y de otras vertientes sin lagartearlo. Simpre ha sido el elegido. Nunca tuvo la intención de enrolarse con el sector público, pero ahora se enamoró más del oficio. Conoció y conoce a la otra Cúcuta, la necesitada. No aspira a que le retribuyan sus servicios en votos, como se lo han sugerido en épocas preelectorales. Simplemente afinca las esperanzas en que su ciudad cambie, mejore y por eso aporta su grano de arena.

Pensó que hasta ahí llegaba su labor con lo oficial, pero fue llamado, en esta ocasión, por el gobernador William Villamizar Laguado. Ahora comparte oficina con la gestora social donde tiene también el compromiso de trabajar con los distintos proyectos que beneficien a la comunidad de la región nortesantandereana. Empezó la gestión por el área metropolitana. Ese es su fuerte y no la de aspirar a candidatura alguna porque considera “que no soy politiquero”.


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